"Los Collegia fabrorum rendían un culto especial a
Janus, en cuyo honor celebraban las dos fiestas solsticiales
correspondientes a la apertura de las dos mitades ascendente y
descendente del ciclo zodiacal, es decir, a los puntos del año que, en
el simbolismo astronómico al que ya hemos aludido, representan las
puertas de las vías celestial e infernal (Janua Coeli y Janua Inferni).
En consecuencia, esta costumbre de
las fiestas solsticiales se ha mantenido siempre en las corporaciones de
constructores; pero, con el Cristianismo, estas fiestas se identificaron
con los dos san Juan de invierno y de verano (de donde la expresión
"Logia de san Juan", que se ha conservado hasta en la Masonería
moderna), y éste es un nuevo ejemplo de esa adaptación de los símbolos
precristianos que hemos señalado en numerosas ocasiones.
De lo que acabamos de referir
podemos extraer dos consecuencias que nos parecen dignas de interés.
En primer lugar, entre los
romanos, Janus era, como hemos dicho, el dios de la iniciación a los
misterios; al mismo tiempo era el dios de las corporaciones de
artesanos; y esto no puede ser el efecto de una simple coincidencia más
o menos fortuita.
Necesariamente debía existir una
relación entre estas dos funciones referidas a la misma entidad
simbólica: en otras palabras, era preciso que las corporaciones en
cuestión estuviesen entonces, tal como lo estuvieron más tarde, en
posesión de una tradición de carácter realmente
"iniciático".
Pensamos por otra parte que no se
trata de un caso especial y aislado, y que podrían hacerse en otros
pueblos constataciones del mismo género; quizá esto incluso condujera,
sobre el verdadero origen de las artes y de los oficios, a puntos de
vista completamente insospechados por los modernos, para quienes tales
tradiciones se han convertido en letra muerta.
La otra consecuencia es ésta: la
conservación, entre los constructores de la Edad Media, de la tradición
que antiguamente se relacionaba con el simbolismo de Janus, explica,
entre otras cosas, la importancia que para ellos tenía la figuración del
Zodíaco, que tan frecuentemente se ve reproducido en el portal de las
iglesias, y generalmente dispuesto de forma que fuera más aparente el
carácter ascendente y descendente de sus dos mitades.
Hay aquí, a nuestro entender, algo
absolutamente fundamental en la concepción de los constructores de
catedrales, que se proponían realizar sus obras como una especie de
resumen sintético del Universo.
Si bien el Zodíaco no siempre
aparece, hay otros símbolos que le son equivalentes, al menos en un
cierto sentido, y que son susceptibles de evocar ideas análogas en
cuanto al aspecto considerado (sin prejuicio de otros significados más
particulares): las representaciones del Juicio final se hallan también
en este caso, y también algunos árboles emblemáticos, como ya hemos
explicado.
Podríamos ir aún más lejos, y
decir que esta concepción está en cierto modo implícita en el propio
plano de la catedral..."
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