LA VOZ DE JANO

 

 

JANO Y LAS ETIMOLOGÍAS

 

Del Latín "Janua", que significa "puerta".

En el alfabeto hermético su inicial, "J", corresponde al número 13.

Tiene por jeroglífico la estrella polar.

 

 

JANO Y LA MITOLOGÍA

 

Como personaje mitológico su presencia más antigua se encuentra en la mitología Hindú primitiva.

En la mitología romana, Jano es hijo de Apolo y Creuza.

En tanto primer rey de Italia, condujo a una colonia al Lacio y la instaló sobre una colina, denominada alusivamente "Janícula" (colina de Jano) donde más tarde se levantaron los muros de Roma.

Cuando Saturno (correlativo alquímico de la rueda sin fin) fue expulsado del Olimpo por su hijo Júpiter, fue a refugiarse en los dominios de Jano, quien lo acogió y lo asoció a su reinado.

En agradecimiento, el dios olímpico le doto de una curiosa facultad: la de ver con toda claridad y al mismo tiempo el pasado y el porvenir para regirse con sabiduría en las circunstancias del momento.

Los antiguos latinos reverenciaban a Jano como un dios benéfico, que velaba por la prosperidad de las familias e impedía la entrada de seres malignos en los hogares.

De ahí tal vez el nombre árabe "Zaguán" o "Zahuán" a la puerta principal de las casas.

Como todos los dioses de la naturaleza, era guía de las almas y como a Osiris, se le llama "Sol", teniendo bajo su custodia las puertas de oriente y occidente.

Los etruscos lo relacionaban con el cielo y hacían de él una personificación del año.

Similar a la Logia, sus templos tenían 12 altares, uno para cada mes del año, y su forma era cuadrangular, representando las cuatro estaciones del año, en cuyo lado sur se colocaba su estatua fundida en bronce.
 

Semejante al Mitra de los Persas, es mediador entre los mortales y los inmortales, el que eleva las plegarias de los hombres a los pies de las divinidades.

 

JANO Y LA ASTRONONOMIA

En la antigüedad, los solsticios junto con los equinoccios eran llamados "puertas del cielo" (Janus Coeli) y de las estaciones, pero en particular los solsticios, ya que éstos determinan el paso de las dos grandes fases en que la naturaleza ofrece sus frutos y los cambios más notables y opuestos: el verano y el invierno.

Por eso, en su calidad de puerta, Jano, más que representar los solsticios, es el arquetipo de la actitud reflexiva y profunda que pretende obtener experiencia positiva y actual de la observación del comportamiento del Sol y su relación con la tierra, la vida y el hombre, durante el día, el mes, las estaciones, el año.

De ahí, su representación bifronte, teniendo al fondo el horizonte, donde se sobresale el sol y sobre éste la luna en cuarto creciente.

Por lo mismo, también como dios de la naturaleza, es posible que Jano haya sido representado y se le hayan asociado ciertos frutos, en especial aquellos que se obtienen gracias al Cultivo, al Producto del "Sudor de la Frente" del hombre, como la Vid.

Desde tiempos de Numa Pompilio, el primer mes del año lleva su nombre (Januarius, Januario, Janvier, January, etc.).

El día primero de este mes se ofrecía un sacrificio llamado Janual, compuesto de vino y frutos.

Los próceres iban en procesión al capitolio y todos los ciudadanos se hacían mutuos presentes.

Esta tradición ha perdurado hasta nuestros días a través de los aguinaldos de navidad y las felicitaciones de año nuevo (celebrado a los 7 días del solsticio de invierno o del nacimiento del hijo del hombre)y el día de los Reyes Magos (efectuado a los 13 días).

 

JANO Y LA ASTROLOGÍA

En la época de solsticios, el sol entra en los signos de cáncer (verano) y capricornio (invierno), cuando presenta su máxima declinación septentrional y meridional, respectivamente.

El solsticio de verano es expresión de la actividad vital manifestada al exterior (los frutos y productos materiales, donde se relaciona a su vez con Baco que puede ser una derivación de la misma raíz mítica simbólica).

También se relaciona con la "Canícula" y todo el esoterismo de la Carta "La Luna", el decimoctavo arcano mayor del Tarot.
 

En cuanto al solsticio de invierno, éste se vincula siempre a la natividad, y es expresión de la actividad vital manifestada al interior (los frutos y productos de la vida espiritual).
 

JANO Y EL CRISTIANISMO

Los cristianos sustituyeron el "Janua" o "Janus" etrusco y su equivalente "Saturno" de los frigios y los griegos con los dos "San Juan", nombre que significa "la gracia o mejor dicho, el don de Dios".

No obstante, curiosamente, encontramos una buena cantidad de San Juanes en el onomástico.

He aquí los sobresalientes:

 

1) San Juan Bautista [1]
 

Representa al solsticio de verano.

Hijo de Zacarías y de Elizabeth, nacido en Ebrón en las montañas de Judea, seis meses antes del nacimiento de Jesús (en junio, el día del solsticio de verano).

Cuenta la leyenda que sus padres eran viejos y sin esperanza de tener hijos.

Un día que su padre estaba en funciones en el templo, ya que era sacerdote, cuando se le apareció un ángel y le anunció el nacimiento de un hijo, que lleno del espíritu del señor, iría adelante de él para preparar sus caminos.

Zacarías dudó de las palabras del ángel y en castigo quedó mudo.

A los ocho días de nacido, cuando fue circuncidado, su padre quería ponerle como él y su madre quería ponerle Juan.

Discutieron a señas, ella escribió el nombre de Juan en una tablilla y en ese instante Zacarías recuperó el habla y alabó a Dios.

San Lucas dice que el niño creció y se fortaleció en el desierto alimentándose de langostas y miel, hasta el día que se mostró a Israel, el año 29 d. de n. e., quinto del reinado de Tiberio César, vestido con ropa de piel de camello y un cinto de cuero.

En los alrededores de la rivera del Jordán en el desierto de judea, predicaba el bautismo de penitencia, anunciando la llegada del Mesías, de quien se decía su avanzada.

La gente lo escuchaba, se confesaba y era bautizada por él en el Jordán, incluido el mismo Jesús, descubierto por Juan mediante revelación.

Fue encarcelado por reprobar la unión incestuosa de Herodes con Herodías, mujer de su cuñado Filipo, quien lo dejó después, tras no soportar el escarnio popular por la situación incestuosa reprobada y divulgada por Juan.

Un día que Herodes celebraba su cumpleaños, se presentaron Herodías y su hija, Salomé. La muchacha bailaba con tal gracia y sensualidad que Herodes le ofreció concederle lo que pidiera.

Tras consultar a su madre, ésta le aconsejó que pidiera la cabeza de Juan, en venganza por ser éste el culpable de su descrédito social.

Herodes sintió que se había excedido en su oferta a Salomé, pero al mismo tiempo, sentía el compromiso de cumplir su promesa, por lo que mandó degollar a Juan, cuya cabeza fue puesta en un plato y presentada a Herodías, siendo el cuerpo sepultado después por sus fieles.
 

El culto a Juan bautista siguió aún mucho después de la muerte de Jesús.
Entre sus seguidores más notables se encuentran los Apolos, bautizados por san Pablo en Efeso.

 

2)San Juan Evangelista [2]

Representa al solsticio de invierno.
 

Hijo de Zobedeo y Hermano de Jacobo el Mayor y por lo tanto, pariente de Jesús.

Natural de Bethsaida, fue llamado al apostolado junto con su hermano Pedro, al hallarse juntos en el barco de su padre, cuando remendaban las redes a orillas del mar Genesareth.

Era el más joven de los apóstoles y Jesús le profesaba un cariño particular, por su bondad de carácter, tanto, que él mismo se llamaba "el apóstol al que ama Jesús".

En la última cena, estaba a la derecha de Jesús, reclinado en su seno.

En esa ocasión, Jesús le encomendó a María para que cuidase de ella como a su propia madre, considerándose con este acto al mismo tiempo su hijo, su hermano y su padre.

Después de la Ascensión, Juan acompaña a Pedro a Jerusalén y luego, ambos son enviados por los apóstoles a Samaria, tierra que había recibido el evangelio de Felipe.

Se le atribuyen los escritos canónicos "Apocalipsis", su versión del "Evangelio" y las tres Epístolas que llevan su nombre.

Permaneció en Judea hasta la toma de Jerusalén en el año 70 y entonces se trasladó a Asia, donde visitó y confirmó numerosas iglesias, principalmente la de Efeso, ciudad donde murió tranquilamente en el año 100 de nuestra era.

3) Juan, de sobrenombre "Marcos" [3]

 

Significa "varonil", "liberal".

Hijo de María de Jerusalén, en cuya casa se presentó Pedro después que el ángel del señor le sacó de la cárcel.

Acompaña a Pablo y a Bernabé en sus viajes apostólicos a Perge de Pamphilia, aunque luego se aparta de ellos para regresar a Jerusalén.

Después del concilio Bernabé y Pablo discuten, porque el primero quiere que lleven de nuevo a Marcos-Juan en la continuación de su viaje apostólico, y el otro se niega por que los abandonó en Pamphilia.

Finalmente, al no llegar a un acuerdo, se separan: Pablo se va a Siria y Sicilia con Silas y Bernabé se va con Marcos a Chipre.

Después, cuando Pablo manda su segunda epístola a Timoteo, le pide que lleve a Marcos en su viaje a Roma.

Este Marcos puede ser a quien San Pedro llama simbólicamente su hijo, por haberle convertido a la fe cristiana y por el amor que profesaba a su familia en Jerusalén, además de ser su amanuense e intérprete.

Se le atribuye su versión del "Evangelio", escrito en hebreo, tal vez en Constantinopla hacia el año 67 de nuestra era.

Hay otros San Juanes más en el onomástico cristiano, como san Juan Crisóstomo (pico de oro), San Juan Cancio o San Juan de Jerusalén, pero simplemente los enunciamos como dato al margen, absteniéndonos de su tratamiento por encontrarse fuera de los límites del presente documento.
 

JANO y LA FRANCMASONERÍA TRADICIONAL

Dentro de la masonería simbólica primitiva o universal, el mito juanítico debe ser analizado desde dos aspectos complementarios: uno histórico bíblico, a partir del estudio de las sagradas escrituras y otro simbólico o interpretativo, echando mano del Arte Real.

Se dice que San Juan Bautista y San Juan Evangelista son los patronos de la Francmasonería simbólica o "Azul", a quienes se dedican, como se ha hecho desde la época de los antiguos egipcios, dos fiestas anuales, llamadas "solsticiales", "de San Juan" o "de la Orden".

La de verano se dedica al Reconocimiento y la de invierno a la Esperanza.
 

Dentro de la Francmasonería tradicional estas celebraciones son consideradas como obligatorias, y por su solemnidad deben llevarse a cabo para grandes logias en Asamblea General y para logias regulares en tenida magna y solemne.

En la de verano deben elegirse a los grandes maestros, venerables y dignatarios.
 

Dentro del templo, los solsticios están representados por las dos columnas, que son los dos lados hacia donde se inclina el sol en su trayecto anual, mismas que marcan el Non Plus Ultra de la marcha aparente del aprendiz (el sol) durante los doce meses del año, simbolizados por las doce columnas zodiacales (los doce trabajos de Hércules) y cuyos viajes tienen por límites dos columnas semejantes.
 

Hay quien dice que estas fiestas son dedicadas realmente a San Juan el Limosnero [4], Gran Maestro de los "Caballeros de San Juan de Jerusalén" orden surgida en el Siglo XIII y que fue el patrón más amado y venerado de los templarios.
 

Juan "el Limosnero", patriarca de Antioquia, nació en Chipre hacia el año 550.

En plena época de las cruzadas, abandonó su patria y su derecho al trono para ir a Jerusalén, donde prodigó socorro a los peregrinos e instituyó una fraternidad para curar a los cristianos enfermos y heridos y ayudar económicamente a los que combatían moros, viajaban a tierra santa y visitaban el Santo Sepulcro.

Murió en 619, en medio de su labor.
 

La iglesia católica lo canonizó con el Nombre de "Juan el limosnero" o "Juan de Jerusalén". De alguna manera, se le considera precursor de la Cruz Roja Internacional.
 

Se dice que el puesto de Hospitalario, sus símbolos y funciones son una reminiscencia de este personaje.
 

JANO Y LA ACTUALIDAD MASONICA

Como Aprendiz y Compañero, el masón invierte sus potencialidades físicas e intelectuales para contestar las dos primeras preguntas de la Esfinge y posteriormente, ya como Maestro, ayudado del Discernimiento y de la Inteligencia Creadora, se coloca en condición de responder a la tercera, que es síntesis del silogismo planteado eternamente por aquel monumento egipcio y medio por el cual el iniciado toma conciencia de su realidad trascendente.

Para alcanzar esta meta, debe contar con un valioso recurso simbólico: la misteriosa imagen de Jano, ese mítico dios bifronte que fija una de sus caras en la Tradición del pasado y la otra hacia el Devenir, exhortando a quien lo observa y lo comprende a asumir con dignidad y valor su tarea presente, aprovechando lo ya sucedido para anticiparse al porvenir.

Si se analiza el origen y desarrollo de la Francmasonería en el Tiempo y en el Espacio desde una perspectiva iniciática, podrá constatarse que es precisamente de esa cualidad visionaria encerrada en la alegoría de Jano de la que la Orden se nutre en lo profundo de su Ser, en su Real Esencia, que a la vez es el arma más poderosa con que cuenta para garantizar su teleología inmanente.

Esto lo han entendido a la perfección en el pasado, algunos masones capaces de Descifrar el Símbolo, quienes como verdaderos adeptos del Arte de la Visión Profética, tomaron la historia como guía para comprender su momento y echaron mano del Compás de su Inteligencia, apoyándolo en el Punto de su realidad temporal para trazar el Círculo de las legítimas Aspiraciones de su sociedad.

Desde el principio de la humanidad, han existido y seguirán existiendo hombres amantes de la Sabiduría y el Progreso; hombres de ayer, hoy y mañana que han entendido el mensaje de las estrellas, dedicando sus vidas a proclamar la Verdad Universal por los Cuatro Vientos. Así, hasta el final de los tiempos, hasta que el último de estos seres expire su postrer aliento, la Gran Tarea de la construcción del Templo Divino erigido a la Gloria del Creador continuará sin descanso, siendo su forma externa sólo el vínculo mediante el cual el Arte Real se manifestará una y otra vez, haciéndose presente en todos los ámbitos de qué hacer humano.

Sabemos que la Masonería como institución, se estructuró a principios del siglo XVIII, constituyéndose en la catapulta social de la Ilustración, proyectil que hiciera blanco en el hasta entonces impenetrable muro del absolutismo, desmoronándolo hasta sus cimientos.

Bajo esta forma, tiempo después se introdujo en las mentes liberales de nuestro país, cuando sirvió de manantial filosófico del que abrevaron ideólogos e ideologías durante la Independencia, la Reforma y la Revolución.

Ella fue el torrente que regó las tierras de donde brotara nuestro Estado mexicano, cuyas instituciones fundamentales como la Libertad, la Soberanía, los Derechos, Humanos y Sociales, la Convivencia Pacífica Internacional y la separación de la Iglesia y el Estado -sólo por mencionar algunas-, son de sus frutos más preciados.

No obstante estas glorias de antaño, ahora parece haber entre los masones una especie de letargo, una pérdida de vista de la utilidad práctica de la Historia, esa que por cierto nos enseña precisamente el símbolo de Jano.

Al convertirse en aduladores del pasado, dejando a un lado su obligada actitud y misión como Creadores de la Historia, los masones corrieron el riesgo y sufrieron además las consecuencias de abandonar su presente y ser rebasados por el porvenir.

Esto todos lo sabemos: no podemos ni debemos esconder éste argumento, que es uno de los esgrimidos por propios y extraños para criticar con severidad -y a veces con razón- a la masonería mexicana.

Tengamos esto siempre en nuestra mente: muestros predecesores son ahora prohombres inmortales porque entendieron que para cumplir con su misión histórica no podían quedarse contemplando y adulando las obras de sus antepasados y que la mejor forma de rendirles homenaje era continuando su Trabajo, aprovechando su Legado y tomando de sus manos la estafeta para llevarla más adelante con sus propias Realizaciones, para entregarla después, igual que lo hicieron ellos, a aquel de sus iguales que se propusiera continuar con la Eterna Labor.

Prever y preparar el porvenir, basando la actividad presente en la experiencia y el conocimiento del pasado, ha sido siempre la privilegiada tarea de la Masonería especulativa.

En efecto, la cualidad que debe caracterizar esencialmente a la Masonería y a sus integrantes, es la capacidad de proyección ideológica hacia el futuro.

La actualización de esta cualidad ha sido posible años atrás porque Institución y miembros han entendido que la tarea a desempeñar está en el presente, único punto de contacto que se coloca en el centro de nuestra existencia para marcar con la línea de la eternidad el círculo de nuestros deberes y obligaciones, que por su naturaleza, no tiene principio ni fin.

Continuando con el descubrimiento de ese símbolo mágico del punto en el círculo, imaginémonos como un masón de pié, en actitud contemplativa en medio del Caos de los sucesos contemporáneos.

Entonces, hagámoslo girar lentamente de izquierda a derecha sobre su propio eje, 360 grados, utilizando la Vista para observar con atención todo lo que pasa a nuestro derredor.

Un instante después estaremos semidesnudos e inermes en la oscuridad de la incertidumbre; pero al terminar el giro cerremos los ojos, reflexionemos y abrámoslos de nuevo para volver a la realidad y si somos verdaderos iniciados, aboquémonos de inmediato a participar en la preparación de un mejor destino para todos.

Muchos masones se contentan en comentar la situación social política, económica, cultural, etc., que impera en su país y en el mundo, criticando en forma hiriente y destructora, renegando de todo cuanto existe y resignándose al holocausto que suponen inminente, haciendo a un lado la responsabilidad adquirida desde que fueron iniciados de encontrar qué hacer aquí y ahora, cómo y en qué echar Manos a la Obra para cumplir la misión conferida por el Gran Arquitecto del Universo desde que vieron la Primera Luz.

Sin duda este es un momento propicio para reflexionar si verdaderamente existe Conciencia de la responsabilidad que implica pertenecer a la Orden Francmasónica, sobre todo en el momento que vivimos.

La Masonería siempre se ha dejado ver y sentir en el instante preciso, nunca antes ni después; y así ha sido porque sus miembros han previsto el momento exacto de la resurrección institucional, realizando juntos su destino.
 

¿Estaremos cerca de esta decisión histórica?

Masonería y masones deben prepararse para llegar por enésima ocasión como el recipendiario, a su iniciática regeneración.

La institución esta obligada a fortalecerse para salir triunfante de sus viajes, pariéndose a sí misma; para que al vislumbrar la Nueva Luz del tercer milenio de nuestra era, llegue a tiempo a la cita con su destino.

No se busquen en el exterior las causas de la destrucción de la Masonería.

Más bien, que cada Masón con una mayor comprensión de su entorno objetivo, trate de encontrarlas en sí mismo.

La reconstrucción institucional debe ser precedida por la renovación individual, que busque al mismo tiempo los elementos que ayuden a la formulación de nuevas propuestas como grupo, a la imposición de nuevos retos, a la definición de nuevos proyectos de acción y en fin, a la definición de un nuevo rostro para la Orden.

Si esto se logra, la Masonería, no como institución, sino como forma de vida individual y colectiva, resucitará entonces más fuerte y radiante.

Para conseguirlo, hay que recurrir en primera instancia a los principios iniciáticos y en particular a la primera enseñanza que se adquiere desde que se es recibido por la Institución: la de ver hacia el interior, sumergirse en lo más profundo de sí mismo y buscar ahí la Palabra Perdida que responderá al enigma, que lo calcinará a uno desde las entrañas para renacer como el Ave Fénix y volar hacia un nuevo horizonte.

No se puede seguir esperando a que caiga el maná del cielo.

La renovación no puede venir de afuera hacia adentro.

Al contrario, debe aplicarse a nivel individual y colectivo, llámese este Logia, Oriente, Gran Logia, etc. y ponerse en acción paralela y coordinadamente.

En esta tarea jugarán por igual un papel preponderante y decisivo cada Masón, cada Logia con sus dignidades y las Grandes Logias y sus Funcionarios; de todos estos elementos depende el echar a andar la maquinaria de la Renovación.

Sólo así podrá enfrentarse la titánica tarea de definir las líneas de acción por las que se desarrollará la Masonería en el futuro, manteniendo lo ya logrado y trabajando para alcanzar las aspiraciones de la sociedad de hoy y mañana.

Sólo de esta manera, los masones seguirán siendo dignos de ostentar ese nombre y la Historia les tendrá preparada una corona de laurel y olivo para sus cabezas.

Los masones somos al mismo tiempo materiales y obreros de la Divina Construcción.

Pero hay que ser conscientes de que ninguna edificación puede hacerse sin los materiales adecuados; por eso, cada masón debe cumplir sus objetivos y ocupar el lugar que exactamente le corresponde.

Ninguna voz puede levantarse contra la Ignorancia, el Fanatismo, la Ambición y las Miserias del Pueblo, si primero estas lacras no son erradicadas en lo individual y en lo colectivo.

A pesar de la oscuridad aparente que se presenta en la actualidad, dentro del adepto brilla inmanente la Luz Blanca, unitaria y purificadora del Delta sobre el cual se fundamenta la Francmasonería.
 

La consecuencia necesaria, obligada y natural de la regeneración iniciática en lo individual y grupal será el desarrollo de la Institución hacia las más elevadas finalidades que desde siempre ha tenido a cargo.

Todos los que se reúnen con asiduidad en los Templos, deben estar ahí por su gran interés y amor a la Masonería, evitando criticar estérilmente las deficiencias, y sí planteando alternativas que busquen la regeneración de la Orden y su proyección futura.

Solo es posible crecer proponiendo soluciones para buscar y encontrar en común el derrotero que conduzca de nueva cuenta a la masonería a enarbolar el estandarte del Progreso.

Decía Vasconcelos, y no sin razón, que ser liberal es estar dispuesto a reformar y a reformarse.

Si no hay renovación interna, se caerá irremediablemente en el error y en el fracaso.

El Masón es, o mejor dicho, debe ser liberal.

¿Quién lo duda?

No obstante, tal condición conlleva la responsabilidad de aceptar que masones e institución requieren pugnar por su Evolución.  Por ende, hay que aprender a preparar las reformas con talento y con espíritu de superación, con visión autocrítica.

Hay que Trabajar la Piedra con Voluntad e Inteligencia para bien propio, de las Logias, de la Orden y la Humanidad en General.

Sólo así, las Francmasonería podrá recuperar su posición de vanguardia ideológica de la sociedad civil.

Si ese es realmente el objetivo, la fórmula es muy sencilla:

 

                                             ¡ESCUCHEMOS LA VOZ DE JANO!

 

 

[1] Isaías XL, 3; Malaquías IV, 5; Mateo I, 14; XVII, 20; Marcos IX, 11; Lucas I, 17 y 37; Mateo III y IV, 12; XI, 1; XIV; Marcos 1, VI, 14; Lucas III, VII, 18, 27; Juan 6, 19, 37; Hechos, 1, 5; XIII, 24; XVIII, 24; XIX.

[2] Mateo IV, 21; Marcos I, 19; Lucas V, 10; Mateo X, 2; Marcos II, 17; XIII, 3; Lucas XXII, 8; Hechos, I, 13; Mateo XX, 20; Marcos X, 35; Lucas IX, 54; Juan XIII, 23; XIX, 26; 27; XXI, 7, 20, 24; Hechos III, IV; Gálatas, II, 9.

[3] Hechos XII, 12; XII, 5, 13; XV, 36; II; Timoteo IV, 11; I; Pedro V, 13; Colonenses IV, 10.

[4] Edmundo Pinto Mejía. "San Juan en la Masonería". Editorial Masónico "Menphis", 1969. Sin perjuicio de esta versión, debe recordarse que el 24 de junio (solsticio de verano o día de San Juan Bautista) de 1717, cuatro logias se reunieron para constituir la Gran Logia de Inglaterra y con ella la nueva masonería especulativa.


        

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