Para definir al masón de hoy partiré de aquel que asiste a una logia
en donde se busca conformar al hombre de hoy y
de mañana, y en donde la energía motora que
mueve las grandes obras humanas, circula por la aportación
de hombre libres y de buenas costumbres, que buscan practicar
la hermandad y el cambio hacia el progreso humano y espiritual
de quienes le rodean.
Al definirlo así, de paso estoy dando elementos para entender a ese
gran prisma que es la masonería, la cual, al igual que un diamante,
cada uno de sus miembros la observa y busca desde cada una de sus
múltiples caras, así entonces, estoy hablando de un crisol donde se
mezclan los caracteres y criterios más disimbolos, lográndose de esto
las aleaciones que un mundo como el actual requiere para satisfacer
la creciente necesidad de líderes.
Los masones de hoy, como los de siempre, son hombres de carne y
hueso, que respiran y que tienen un gran cúmulo de defectos y de
virtudes y precisamente es la fuerza de voluntad para devastar esas
imperfecciones y multiplicar el efecto bienhechor de sus cualidades,
lo que siempre ha distinguido a este género de hombres por sobre los
demás.
El masón moderno es un hombre comprometido con su época, no importa
la posición social, ni el lugar en donde se encuentre, ya sea desde
una oficina, una fabrica, una escuela, un campo de cultivo, o un
mostrador, el busca con su ejemplo que virtudes como la fraternidad,
la justicia, la honradez, el trabajo, el estudio, el orden, la
verdad, reinen entre quienes le rodean.
Es cierto y estimulante saber que en nuestra orden han habido hermanos que con sus obras han ayudado al progreso de la humanidad,
de ellos hay que imitar su entereza, su perseverancia, su valor para
enfrentar su posición e ideales ante sus detractores.
A ellos debemos tenerlos como ejemplo perenne de lo que podemos
llegar a ser, pero también hay que recordar que entre nosotros han
habido quienes han frenado ese progreso, de ellos en lugar de
avergonzarnos y ocultarlos en lo más recóndito de nuestra memoria
histórica, debemos conocer sus obras y analizar sus errores, eso
también es valiosa enseñanza, pues nos enseñan a conocer caminos
erróneos que hay que evitar.
Y ya hablando del presente, cuantos de nosotros no nos hemos quejado
alguna vez de esos hermanos que dentro de nuestra organización han
extraviado sus instrumentos de trabajo y lejos de comprenderlo
arremeten contra el bienestar interno sin darse con ello cuenta que
están destruyendo lo que dicen amar, de ellos también debemos
aprender para no ser así.
Aquí de nueva cuenta surge al tema ese potente juez que debe guiar la
orden del masón y que es la conciencia, definida ésta como la
capacidad intuitiva, sujeta a desarrollo y perfección por medio del
raciocinio y la experiencia, que nos permite conocer el bien que
debemos hacer y el mal que
debemos evitar para conservación del individuo y de la especie humana. Es evidente que en cualquier
individuo ésta mínimamente funciona a dos niveles: el individual y el
colectivo que en otras palabras son el "yo" y "los demás".
Dependiendo de la escala de valores de cada individuo, ambos pueden
ser preponderantes:
Para quienes están sujetos a una angustia continua por sobrevivir o
por dominar a quienes le rodean, el nivel "yo" es lo más importante,
y salvo excepciones, considero que se trata de espíritus poco
evolucionados que poco han hecho por avanzar.
El segundo grupo, personas que tienen en primer plano la conciencia
colectiva (el "los demás"), considero son los que la humanidad
requiere para progresar hacia la satisfacción de sus necesidades.
De ellos hay menos, pero que orgullo para la masonería si la mayoría
obráramos haciendo un uso consciente de nuestra inteligencia para el
bien de nuestra comunidad, con ello la justicia encumbraría mayores
alturas en la mente de los demás.
Gente que piensa en el nivel "de los demás" es lo que la masonería
requiere para responder a las necesidades del mundo, si solemos en
orgullocernos de lo que han hecho los grandes masones por la
humanidad y por el papel que ha jugado nuestra orden en la historia
del hombre, mejor enorgullezcámonos actuando y permitiendo que ese
presente que hoy vivimos, que es el futuro del ayer, sea mejor,
porque la presunción no basta, hay que obrar en consecuencia, ¿de que
le sirve a la masonería alguien que no estudia, que no une la acción
a los ideales?, ¿de que le sirve alguien que en lugar de ayudar a
progresar a los demás, busca frenarlos?, ¿de que le sirve alguien,
que, cuando habla de masonería declama los más bellos y sublimes
pensamientos sobre ella, si es abrumado por el peso de su mal
proceder?
Un grave problema de muchas de nuestras logias es facilitar el
ingreso de todo aquel que ha sobresalido en el ámbito social,
económico o político, sin analizar como lo ha hecho y como lo está
haciendo, esa gente sólo trae un beneficio inmediato, que pronto se
diluye ante su público comportamiento, contrario a un verdadero
proceder masónico resultando que lo único que se gana es acrecentar
la negra idea popular de que la masonería está integrada por
poderosos sin escrúpulos que lo mismo matan a los que ser alejan de
ella, como son corruptores de todo orden establecido.
No. hermanos mejor luchemos por la imagen de nuestra Orden sea la de
una fraternidad bienhechora y amante del progreso y que en lugar de
recibir recompensas de las masas, reciba su admiración y respeto.
¿Como hacerlo? quizá esto no sea fácil, pero si no luchamos conscientemente por ello jamás lo lograremos; sólo proyectando al
exterior gente formada con conceptos éticos bien definidos podremos
hacerlo; y, para ello es de primordial importancia un análisis de
conciencia sobre que somos y que queremos ser.
Si somos pusilánimes, temerosos, faltos de amor por el estudio y el
análisis libre y critico de cuanto nos rodea, lo único que podemos
producir es una masonería floja y apática que no aporte nada al
progreso de su entono social.
Pero si decidimos ser estudiosos y aplicar ese estudio y superación a
nuestras vidas, selectivos con nuestros candidatos para poder formar
en ellos una conciencia de servicio y amor a los demás, tener
presente que ante una responsabilidad social debemos actuar como
masones ayudando a construir el gran edificio de la humanidad, sólo
así estaremos haciendo una masonería fuerte y respetada.
Otro problema que se respira en algunas logias es la queja de los
aprendices de que no todos los maestros de su taller son eso:
maestros.
Eso ha sucedido porque un importante porcentaje de los masones nos
preocupamos por coleccionar grados, más por vanidad que por amor al
estudio, y sólo somos aplicados en la lectura cuando se busca llegar
a compañero o maestro o ascender en los grados filosóficos.
RAMON MARIACA MENDEZ
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